Rescate Lector

Rescate Lector: la segunda oportunidad de Mónica para seguir enseñando

Después de 40 años como profesora en la escuela Mercedes Urzúa Díaz de Paredones, Mónica Galaz se jubiló y pensó que su tiempo en el aula había terminado. Pero su vocación no la dejó irse del todo.
Hoy, como tutora del programa Rescate Lector de la Fundación María José Reyes —una iniciativa que acompaña a niños con rezago lector a través de sesiones personalizadas de 45 minutos, dos veces por semana, en grupos pequeños—, Mónica guía a los estudiantes que están aprendiendo a leer y asegura que verlos avanzar “es la satisfacción más grande que uno puede tener”.

En esta entrevista, comparte cómo ha vivido esta nueva etapa y qué significa para ella seguir enseñando desde un rol distinto, pero con la misma pasión de siempre.

  • Mónica, tú trabajaste 40 años en la escuela y después volviste como tutora del programa. Entonces, ¿qué te motivó a seguir acompañando a los niños desde este nuevo rol?

La verdad es que mi trabajo siempre ha sido por vocación. Me angustiaba pensar que al retirarme ya no iba a estar en contacto con los niños. Entonces, cuando la fundación me ofreció esta oportunidad, no lo pensé dos veces. Era seguir haciendo lo mismo, solo que desde otro rol. En el fondo, seguía con los niños, en el colegio… todo se me daba a mi favor.

  • Tú conoces muy bien la realidad del colegio. ¿Qué significa para tí ver a un niño que finalmente logra leer gracias a las tutorías?

Es una alegría tremenda. Aquí hay muchos niños a los que les cuesta aprender, y necesitan un apoyo constante. Por eso este programa ha sido maravilloso. Ver que un niño que no sabía leer logra hacerlo… esa es la satisfacción más grande que uno puede tener. Es el premio más lindo. Uno los ve felices, motivados, y eso emociona mucho.

Mis excolegas, que tienen a sus hijas conmigo en las tutorías, me dicen que esto es como estar en un colegio particular. Y claro, qué mejor que tener a alguien dedicado 45 minutos dos veces a la semana solo a la lectura, con espacios tranquilos y sin distracciones.

  • A tu parecer, ¿qué crees que es esencial para un niño aprenda a leer y se entusiasme con la lectura?

Primero, trabajar con la familia. Es importante que los apoderados comprendan la importancia de apoyar, aunque no siempre tengan tiempo.
Y también motivar a los niños, porque a esa edad tienen otros intereses —de jugar, de moverse— y la lectura puede parecerles tediosa. Por eso hay que hacerlo entretenido: a través de juegos, usando los libros bonitos del CRA, mostrando que leer también puede ser algo libre, algo que uno elige.

  • ¿Hay alguna historia o momento reciente en las tutorías que te haya emocionado especialmente?

Sí. En este último periodo tuve una niña que comenzó sin saber leer, y cuando un día me leyó su primer texto, no me lo esperaba. Me emocioné muchísimo. Para mí, esa es la recompensa más grande.
Además, los niños llegan con ganas. Yo los motivo, y cuando se esfuerzan, los reconozco: a veces con un dulce, otras con un libro para pintar. Pero lo más importante es que lleguen contentos a la tutoría. Siempre les digo que hay que venir con buena actitud, porque eso también se premia.

  • Y por último, ¿qué te gustaría transmitir sobre el programa?

Que es algo maravilloso. Se logran cosas increíbles con grupos pequeños, que en cursos grandes no siempre se pueden lograr.
Además, uno también aprende. Estoy muy agradecida con la fundación; el apoyo que dan es admirable. Este programa cambia vidas: cuando un niño aprende a leer, aprende en todo.